Comunicación efectiva: los desafíos del líder moderno

No es posible ser un gran líder sin ser un gran comunicador. No. La comunicación es el alma del liderazgo. Un buen líder debe saber expresarse (no solo verbalmente, sino también de forma no verbal) y, además, saber escuchar. Un verdadero líder influyente es capaz de establecer una comunicación efectiva con sus colaboradores. Sin comunicación, no hay líder.

Sin embargo, el día a día pone en jaque la rotundidad de estas premisas. Cuando hay mucho en juego, el tiempo apremia, las presiones van tensando la cuerda, y las prioridades compiten por ocupar el lugar más destacado en la agenda del líder, éste, se olvida (generalmente de manera inconsciente) de comunicar.

La carencia, deficiencia o ineficacia de esa comunicación, es por tanto la consecuencia, y no la causa, de ese vivaz contexto en el que se desenvuelve el ejecutivo moderno.

Ineludiblemente, en un entorno en constante transformación, la batalla por el liderazgo se libera en terreno árido, cargado de dificultades. Conocer estos desafíos, ayudará a sentar las bases para construir una estrategia exitosa.

 

Los desafíos de una comunicación efectiva

  • Hacer de la comunicación una prioridad

    No es solo el principal reto, sino el pilar central de la comunicación efectiva en las organizaciones. Como leías al comienzo de este post, en ocasiones, e inmersos en un entorno acelerado y cambiante, los líderes cometen el error de subestimar el poder de la comunicación, quedando esta relegada como una de las últimas prioridades. Entender la comunicación como ingrediente sine qua non del liderazgo, es fundamental para el éxito del mismo.


  • Infoxicación

    De entre la avalancha de correos electrónicos y demás informaciones (a veces relevantes; en ocasiones completamente banales) que empleados, clientes y otros grupos de interés reciben a diario, conseguir acaparar la atención no es tarea sencilla. Mucho menos lo es, logrado ese primer paso, impactar y/o calar en la mente del receptor, que anhela, paradójicamente, la comunicación del líder. Superar esta barrera y evitar que la información relevante se pierda, se elimine u olvide, pero, sobre todo, conseguir generar engagement (es decir, que la otra parte se comprometa, se involucre y/o interactúe en una determinada actividad), es uno de los desafíos más importantes a los que se enfrenta el líder comunicador moderno.


  • Déficit de confianza

    En un mundo hiperconectado, rebosante de información accesible e inmediata, el equipo, cada vez más exigente, demanda rapidez, transparencia y relevancia en las comunicaciones. La ‘información enlatada’ ha pasado a formar parte del pasado; el control en la difusión de las informaciones corporativas hacia el exterior (en tiempo y forma), o los canales externos como fuente primaria de comunicación para los empleados, guardan polvo en un cajón. La realidad actual exige del líder rapidez, transparencia, claridad y constancia en la comunicación. La confianza no es solo una condición previa para la comunicación efectiva, sino que mejora la productividad de los empleados.

El ejecutivo debe tener muy presente que honestidad y credibilidad van de la mano, que cuanto más crezca esa credibilidad, mayor será la confianza. Y ¡ojo!, cuando la confianza se erosiona, resulta muy difícil recuperarla.


  • Responsabilidad delegada

    En la actualidad, los líderes se ven sumidos en una carrera a contrarreloj por cumplir con los plazos y las exigencias que dicta el mercado. La falta de tiempo y recursos les lleva en ocasiones a delegar en sus equipos su responsabilidad de liderazgo de las comunicaciones. Sin embargo, este traslado de competencias supone en muchas ocasiones la distorsión de la visión estratégica del líder; la vaga comprensión del entorno; la pérdida de la esencia y de la alineación con los valores de la corporación; la ausencia de personalidad; y, en definitiva, el sinsentido de las comunicaciones.


  • Vorágine de complejidad

    Existe una sorprendente falta de significado compartido. Es decir, conceptos trendy (o de moda) del estilo ‘innovación’, ‘transformación’, ‘servicio centrado en el cliente’… salen a relucir en conversaciones, ponencias y presentaciones, sin existir en muchas ocasiones un entendimiento real por parte de todos los participantes, o una comprensión unificada de los términos. Un hecho que, lejos de resultar operativo, genera confusión, y puede derivar en consecuencias fatales. El verdadero líder debe saber expresarse de forma clara y sencilla, y, sobre todo, ser capaz de adaptarse a los diferentes receptores, y a la naturaleza de los distintos canales para hacer llegar su mensaje con credibilidad.


  • Nuevas habilidades para liderar la nueva era

    Más allá de la experiencia práctica, y el conocimiento técnico, el nuevo entorno requiere líderes con competencias más transversales, como la flexibilidad, la resiliencia, la capacidad comunicativa, la empatía, la inteligencia emocional, el trabajo en equipo, la creatividad… Habilidades interpersonales, de comunicación y escucha, que englobadas bajo el cada vez más popular concepto ‘soft skills’ o ‘habilidades blandas’, se han convertido en cualidades imprescindibles para cualquier líder. Y sí, estas capacidades también se ‘entrenan’…


En un contexto cambiante que reclama líderes (aludiendo este concepto no solo a presidentes, CEOs o directores generales, sino también a jefes, managers y otros mandos con responsabilidad de gestionar personas) con competencias técnicas, pero también con habilidades interpersonales, conocer, analizar e interiorizar estos desafíos ayudará a tomar mejores decisiones, y mejorar el rendimiento del equipo.

La comunicación será siempre el arma más efectiva con la que contará el líder para hacer frente a las dificultades presentes y futuras. Saber transmitir y escuchar de forma activa (y con humildad), son habilidades necesarias para afrontar con éxito las nuevas formas de gestión. El líder nace, pero también se hace; y las habilidades, se trabajan. Por tanto, y abrazando la máxima del escritor y gurú del liderazgo, Simon Sinek, que enuncia: “El liderazgo es una forma de pensar, una forma de actuar y, lo más importante, una forma de comunicar”es el momento de afrontar los principales desafíos para convertirse en un gran líder (y un gran comunicador).

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